miércoles, 23 de julio de 2014

LA FORJA DE UN REY.




Michel Muñoz García 


Huérfano de padre y madre a una edad muy temprana, Alfonso VIII no conoció el calor de la familia y tuvo que crecer y formarse al calor una serie de tutores vinculados a la familia de los Castro y los Lara. Los primeros dominaban Castilla la Vieja con las tenencias de Burgos, Catrojeriz y Carrión, los segundos dominaban la Extremadura y el Reino de Toledo, además de Asturias.

Con apenas tres años, el Rey niño  fue encomendado por un moribundo rey Sancho III a quien también había sido su ayo: D. Gutierre Fernández de Castro, lo que equivalía a ostentar la regencia de Castilla. Sin embargo, la familia rival con D. Manrique Pérez de Lara, a la cabeza, no tardaron en manifestar su disconformidad. En principio, hubo una acuerdo y D. Gutierre entrego a la rey niño, a cambio de que se reconociera como superior y que en cualquier momento pudiera retornar la custodia a sus manos, sí así lo solicitaba.


En 1164, Alfonso VIII niño y D. Manrique Pérez de Lara atacó Huete, D. Fernando Pérez de Castro le plantó batalla, muriendo en la contienda el primero.


La fricción no se hizo esperar y los Castro buscaron el apoyo de Fernando II de León, tío del rey castellano, que no dudo en pasear sus huestes por el vecino reino siempre que fuera necesario. De hecho, D. Fernándo Rodríguez de Castro fue el mayordormo del monarca leonés. En julio de 1163, Fernando tenía la intención de que Alfonso le jurase vasallaje en Soria. Cuenta el Roddrigo Jiménez de Rada que entonces el niño rompió a llorar asustado, por lo cual fue retirado a una casa cercana. Ello fue aprovechado por el caballero Pedro Nuñez de Fuentemergil para llevárselo al castillo de San Esteban de Gormaz.



Puerta de Arrancacepas de Atienza.

Los Lara y los leoneses salieron en su persecución, adelantándose D. Nuño Pérez de Lara que recogió al Rey Alfonso y lo puso al cuidado de las gentes de Atienza y después a las de Ávila. D. Nuño se convertiría en cabeza de familia a la muerte de D. Manrique y tutor real. Durante cinco años sabría ganarse la confianza y afecto del monarca, pues le mantendría como uno de los principales de su gobierno hasta su muerte. Consiguió arrebatar la ciudad de Toledo a D. Fernando Rodrigo de Castro, para después caer prisionero y ser encerrado en Zorita. Sin embargo, Alfonso ya teía carácter de rey: no consintió el cautiverio de su ayo,  puso sitio a la plaza y consiguió la liberación de D. Nuño.


Murallas de Ávila según una postal de principios del S. XX. 


Tenía trece años y se había ganado ser coronado entre el 8 y el 11 de noviembre de 1169 al cumplir los 14 años, tal y como establecía el testamento de Sancho III. La ceremonia tuvo lugar en la iglesia de San Zoilo de Carrión de los Condes. Esta consistía en tomar las armas del altar y ceñirse el mismo la espada. El 11 de noviembre sería proclamado en Burgos. 

viernes, 18 de julio de 2014

EL NACIMIENTO DE UN NUEVO REINO DE CASTILLA


Michel Muñoz García 

Con la muerte de Alfonso I el Batallador de Aragón en 1134 se ponía fin a la ocupación del Reino de León. Fue cuando su monarca asumió la dignidad imperial que había intitulado a su abuelo el Alfonso VI y al propio Rey aragonés. La historia lo conocería como Alfonso VII y se denominaría Emperador de España. A  su coronación de 1135 acudieron García Ramírez de Navarra, el reyezuelo musulmán Zafadola, el conde de Barcelona de Ramón Berenguer IV y el conde Alfonso de Tolosa entre otros. Todos ellos rindieron vasallaje y en 1137 haría lo mismo Ramiro II de Aragón. 


Privilegium Imperatoris, documento de donación de un monasterio al abad Willelmus donde aparece a la derecha Alfonso VII el Emperador, escoltado por el mayordomo Ponce Giraldo de Cabrera, el abad Willelmus en el centro y los reyes Sancho y Fernando a la izquierda (The Hispanic Society of America, New York, B.16)


De este modo, la Chronica Adefonsis Imperatoris  afirmaba que los dominios de Alfonso Raimundez o Alfonso VII abarcaban desde el Océano, que está junto al Patrono Santiago,  hasta el río Rodano. Sin embargo, su autoridad era puramente nominal, sin poderes definidos y sin apenas capacidad de acción más allá de la negociación política.

Alfonso VII, Rey de Castilla y León según Jose María Rodriguez de Losada (1826-1896), Ayuntamiento de León.


Posiblemente esto hizo que el rey Alfonso VII que tanto se esforzó por la unión de las Españas reconociera de facto su fracaso al decidir la división de sus dominios reales en dos reinos. El primero y más pujante correspondería al infante Sancho nacido en 1133, mientras que León correspondería a Fernando que vino al mundo en 1137. La decisión de la partición sería tomada como muy pronto en 1148 y con seguridad  también se debió a los consejos interesados de D. Manrique de Lara y del tutor del futuro de Fernando II, D Fernando Pérez de Traba, Conde Galicia. A partir de este último año, los dos infantes constan como corregentes con el Emperador, siendo Sancho, Rey de Najera y Fernando rey de Galicia.

Corría el año 1155 y en una noche de viernes 11 de noviembre, día de San Martín, nació en Soria el hijo del todavía Rey de Nájera Sancho, que la historia conocería como Alfonso VIII. Su madre era Doña Blanca, hija del Rey de Navarra García Ramirez; poco después moriría de sobreparto. Por sus venas corría la sangre de Rodrigo Díaz, ya que era tataranieto del célebre Cid Campeador por parte de la casa navarra.

Dos años después, en 1157, moría Alfonso VII el Emperador a los pies de una encina cuando cruzaba el Puerto del Muradal. Su hijo Sancho III, ya rey de Castilla, procedió a dirigir las exequias y enterrarlo en la Catedral de Toledo ¿pero que Castilla era esta?.

Aunque buscó su legitimación en el pasado de los Condes de Castilla Fernán González y Sancho García, el nuevo reino era muy diferente a las tierras que ambos gobernaron, y que constituyeron el germen del reino de Fernando I y su hijo Sancho II en el S. XI. No obstante, la brevedad de sus mandatos sobre estas fronteras impidió la constitución de un organigrama político fuerte. El nuevo reino que ahora nacía tenía una extensión mucho mayor pues abarcaba el territorio castellano y el Reino Toledo, frente al nuevo reino de León, que abarcaba las tierras leonesas, el Reino de Galicia, Toro y Zamora.

Las fronteras castellanas abarcaban hasta los alfoces de Segovia y Ávila siendo la frontera en la antigua Via de la Plata o Calzada Quinea, para subir por la Tierra de Campos hasta Sahagun y Santillana del Mar en Asturias. Se incluía también toda la Rioja y parte del País Vasco. La línea fronteriza con el Islam desde Huete a Béjar hará que Castilla lleve el mayor peso en el proceso de Reconquista. 


Los Reinos de Castilla y León a la muerte de Alfonso VII el Emperador en 1157. A.A.V.V. (2012) Castros y Recintos Fortificados en las Fronteras de León en los S. XII y XIII. Junta de Castilla y León. 












domingo, 13 de julio de 2014




Exposición:

ALFONSO Y LEONOR:

El Reino, La Ciudad y La Vida. 


Inauguración: Lunes día 14 de Julio de 2014 a las 12 H. 

Excmo Alcalde la Ciudad de Cuenca, D. Juan Ávila Francés.

Teatro Auditorio de Cuenca, planta baja.





Organizan: Ayuntamiento de Cuenca, Teatro Auditorio de Cuenca, 
IDEC, Grupo de Recreación Conca y Fundación Globalcaja.

martes, 1 de julio de 2014





Tras la huella de Alfonso VIII en el octavo centenario de su muerte.
La Batalla de Huete de 1164


José María Rodriguez González



El 9 de julio hará 850 años de la Batalla de Huete entre los bandos de Los Castro y Los Lara. ¿Cómo fue esto?



Biblia de Maciejowski (hacia 1250). Miniatura, Folio 10, Los Israelistas son rechazados en Ai. 


Alfonso VIII nace en Soria en 1155, primer y único hijo del rey Sancho III de Castilla “el Deseado” y doña Blanca de Navarra, que falleció en el parto. En 1157 fallece su abuelo, el rey Alfonso VII dividiendo su reino entre sus hijos, Castilla para Sancho III y León para Fernando II. El 31 de agosto de 1158 fallece su padre, siendo declarado heredero al  trono. En ese momento Alfonso VIII contaba con 3 años de edad. Antes de morir Sancho III nombra como Custodio del Rey a D. Gutiérrez Fernández de Castro que había sido su ”ayo” y como Regente  a D. Manrique de Lara.

Los Lara no aceptan que la custodia de Alfonso VIII recaiga sobre Los Castro, maniobrando astutamente consiguen que  Gutiérrez Fernández de Castro les entregue al pequeño Rey, con la promesa de devolverlo en cuanto así lo requiera pero Los Lara no lo devuelven, comenzando un período de guerra civil entre ambas familias, multiplicándose los conflictos a lo largo de todo el territorio castellano.

Al hacerse cargo D. Manrique de Lara de la regencia, inician la persecución de los sobrinos de D. Gutiérrez, a los que quiso privar de todos los honores y de las tenencias de villas y ciudades. Como medio de defensa estas posesiones se pusieron en manos del rey de León, tío de Alfonso VIII, que también ambicionaba el trono castellano y por el que se declararon varias ciudades, entre ellas Toledo (1162).


Tanto Huete como Toledo estaba por D. Fernando Ruiz de Castro que obtiene importantes apoyos en el Arzobispado de Toledo. Los Lara juntaron tropas y se dirigieron a Huete con la intención de tomarla, a cuya defensa se dispuso Castro, encontrándose los dos ejércitos en el sitio llamado Los Burrucales entre Garcinarro y Huete, donde pelearon por ambas partes con gran tesón, fortalecidos los Lara con la presencia personal del Rey en su campamento, en el que recibió un mensaje de D. Fernando Ruiz de Castro, rogándole desistiere “de rompimiento y del derramamiento de sangre” que ya “cuando fuere mayor de edad le entregaría las ciudades que por tenencia de su padre tenía”, lo que tomado Los Lara como signo de cobardía, siendo contestado que no levantaría el campo sin prenderle o matarle, con lo que dio comienzo la batalla, durante la cual rompió Lara su lanza contra un escudero de Castro, tomándolo por éste y entonando “el victor”  por lo que hubo de descubrirse Castro y gritar “amigos, yo no soy el muerto” y arremetiendo contra D. Manrique le hirió de muerte de una lanzada. En marzo de 1166 se celebró el Sínodo de Obispos en Segovia, donde se confirmó a Alfonso VIII como futuro Rey de Castilla. Las ciudades castellanas poco a poco comienzan a reconocer a Alfonso como su Rey.